domingo, 7 de junho de 2009
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A pesar de sus éxitos con las mujeres, casadas o solteras, jóvenes o maduras; de su vida de lujo y desenfreno ("Marilyn Monroe llegó a contar que tocaba el piano con el pene en sus fiestas privadas"), de la fortuna económica que llegó a atesorar y de un buen puñado de amigos que lo siguieron hasta el final, Errol Flynn murió solo en Vancouver (Canadá), en octubre de 1959, tras una decadencia en la que se acentuó su alcoholismo y su dependencia de las drogas, que consumió desde joven. "Vivir he vivido muchísimo", escribe en el último capítulo de sus memorias, "como un glotón comiéndose el mundo, y no creo que sea egolatría sugerir que pocos de los que han vivido en este siglo han tragado más mundo que yo. En el mar, en su fondo, en el aire, en todas las partes de casi todas las tierras, yo no he ido en busca de fama o fortuna, sino de la vindicación del acto de vivir".
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